Todos podemos disfrutar del Pacer de Volar!!
El miedo a volar en avión impide que muchas personas disfruten de la experiencia de viajar y conocer lugares fascinantes del mundo. Por suerte, hay mucho por hacer para superar esta fobia.
Los miedos de aquellos que sufren la experiencia de subirse a un avión son muchos y variados. Sin embargo, Claudio Plá Alem, médico psiquiatra y fundador de Poder Volar, asegura que se puede superar la fobia a viajar en avión. Desde 1995 dicta cursos que ofrecen soluciones a los pasajeros con miedo a volar y ayudan a mejorar la calidad de los vuelos de los viajeros frecuentes.
Si bien la evidencia estadística indica que el avión es el medio de transporte más seguro, quienes padecen el momento del vuelo no encuentran tranquilidad en los números. “Hay que mostrarles la trastienda, contarles las múltiples razones por las cuales el avión es el medio de transporte más seguro que hay en la actualidad. Esas razones son las que van a terminar de consolidar el porqué de la estadística”, asegura Plá Alem.
Pero no todo se resume en datos duros: “Quien tiene miedo a volar ha acopiado una cadena de informaciones negativas que se almacenaron en el cerebro y se fueron acrecentando hasta desarrollar una fobia”, indica el especialista. Los miedos pueden aparecer al momento del despegue o el aterrizaje, por tormentas o condiciones climáticas e incluso por turbulencias.
Para terminar con la fobia, o por lo menos mejorar la calidad del vuelo, es necesario trabajar de manera integral sobre distintos aspectos. “Nuestro enfoque aborda las áreas de la psicología, la aeronáutica, la meteorología y la seguridad en el avión. Nosotros cambiamos la cosmovisión que la persona tiene de la nave, buscamos reprogramar el cerebro mediante distintas herramientas de relajación para bajar la ansiedad y con información racional sobre la seguridad en los aviones”, explica Claudio.
Para superar el miedo a volar, el primer paso es que la persona reconozca que tiene una limitación, que haga un balance de todo lo que está perdiendo en su vida y lo que podría ganar de superar esta inhibición. El siguiente paso es generar el deseo, la motivación para salir de sus dificultades.
“Todos podemos disfrutar del placer de volar”, enfatiza el titular de Poder Volar. “Un avión debe ser como el living de una casa, uno debe estar viendo una película, comiendo, leyendo, durmiendo un rato. Podemos tener alguna incomodidad en algún momento, pero el vuelo tiene que llegar a ser algo placentero”.
Muchas de las personas que realizaron el curso compararon el resultado con la sensación de “salir de una jaula”, una posibilidad de abrirse al mundo. Claudio Plá Alem entiende que la clave está en resignificar la experiencia: “No hay actividad más rica que la de viajar y descubrir nuevos lugares, otros países, otras culturas. Por eso, debemos revestir al avión de un nuevo significado, ligado a la vida, al placer y la libertad”.
MÁS INFORMACIÓN: www.podervolar.org#
Fuente: Revista Cambio de Aire
Cómo y porqué surge el miedo a volar
Cuando surge el miedo a volar, en ocasiones se debe a que se ha tenido un mal vuelo. No obstante, en muchos casos, la dificultad aparece sin ningún motivo aparente. La edad media en la que surge es a los 27 años. La verdad es que muchos de nosotros nos volvemos más ansiosos conforme vamos siendo más adultos y maduros. De adolescentes, cuando nuestros padres nos pedían tener cuidado, ¡pensábamos que eran de otro planeta! Creíamos que las cosas malas siempre ocurrirían a otras personas o en lugares muy lejanos.
Conforme nos vamos haciendo mayores y más sensatos – o cuando algo traumático hace mella en casa –, nos damos cuenta de lo vulnerables que somos y pensamos más a menudo en qué podría ir mal. Buscamos modos de mantener el control y evitamos situaciones que no podemos controlar.
Pero permanecer seguros no es siempre una cuestión simple o fácil de conseguir. Nuestro juicio está coloreado con sentimientos. Las estadísticas señalan que volar es la forma más segura de viajar, pero conducir todavía nos hace sentir más seguros. ¿Por qué? Se debe a cómo trabaja nuestra mente.
Cuando conducimos, a menudo nuestra atención está repartida. Mientras pensamos en otras cosas o mantenemos una conversación, guiamos el coche como si se tratara de un piloto automático. Normalmente salimos con él porque una parte de nuestro cerebro llamada amígdala (nada que ver con las de la garganta) vigila lo que está ocurriendo. Si sucede algo inesperado, esta amígdala libera hormonas de estrés que llaman nuestra atención y nos obligan a concentrarnos en lo que está pasando.
La amígdala cerebral (imagen a la derecha) tiene el tamaño y la forma de una almendra, siendo de ahí de donde toma su nombre: amígdala es la palabra griega para almendra. Aunque esta glándula opera inconscientemente, sentimos los efectos de su actividad. También notamos cómo se incrementan nuestros ritmos cardíaco y respiratorio, pues se trata de una reacción arcaica que nos prepara para correr o luchar. Además, también tiene lugar una acción no tan primitiva: las hormonas de estrés activan la “función ejecutiva”, el nivel más elevado del cerebro en lo que a toma de decisiones se refiere.
La función ejecutiva evalúa la situación: si no existe ninguna amenaza, notifica a la amígdala que baje su ritmo; sin embargo, si se detecta alguna amenaza, las hormonas continúan trabajando y nos mantienen concentrados en el problema. Entonces necesitamos afrontarlo. Si preparamos un plan, en el momento en el que nos decidimos y actuamos, la función ejecutiva notifica a la amígdala que deje de liberar hormonas de estrés.
Actuar es la clave
La acción, que detiene la liberación de las hormonas de estrés, hace que conducir sea concebido como más seguro que volar. Dicho sea de paso, no importa si el plan de acción es excelente o si éste deja que desear: la mera existencia de cualquier plan elimina los sentimientos de ansiedad.
Aunque es más seguro que conducir, volar no permite la posibilidad de frenar la ansiedad, algo que sí permite la acción de conducir. Cuando un ruido o un sobresalto liberan hormonas de estrés, una persona que regula su ansiedad automáticamente se detiene a ver qué está ocurriendo. No obstante, si aparentemente no hay nada malo, se relaja.
¿Cómo se desarrolla esta capacidad para regular la ansiedad automáticamente? Aunque existen diferencias genéticas, se cree que el principal factor es el aprendizaje infantil. Cuando un niño pequeño experimenta ansiedad, si un cuidador está presente continuamente, se encuentra en sintonía con el niño, lo consuela y lo tranquiliza, la ansiedad –incluso a niveles elevados- no llega a ser una amenaza. Con el paso del tiempo, la respuesta receptiva y familiar del cuidador se instala en la mente del niño, lo que le sirve para calmar automática e inconscientemente su ansiedad.
Más adelante, ya como adulto, cuando se siente ansiedad a bordo de un avión y no existe ningún peligro aparente, la persona con regulación intrínseca se relaja. Sin embargo, la persona que regula su inquietud conscientemente necesita algo más. Para él, ansiedad significa peligro. Este problema puede ser solventado únicamente si se descarta el peligro. En caso de que no se pueda demostrar que no hay peligro, vienen a su mente escenas de desastres, lo que se traduce en un aumento en la liberación de hormonas. Al no poder el pasajero actuar de ningún modo, las hormonas se acumulan y dan como resultado elevados niveles de ansiedad, claustrofobia o pánico.
La regulación consciente y deliberada de la ansiedad puede funcionar de un modo satisfactorio en tierra. Una persona capaz de controlar las cosas de un modo ejemplar puede tener éxito en los negocios o en una profesión determinada, pero, en cambio, no durante un vuelo. Excepto, claro está, el piloto, por eso quizá no sorprenda que muchos pilotos sean unos ‘maniáticos del control’.
Fuente: Tom Bunn, para “Me gusta volar -Iberia”, es capitán de vuelo jubilado y terapeuta licenciado especializado en el tratamiento del miedo a volar durante más de treinta años. Es el autor del best-seller sobre miedo a volar ‘SOAR: The Breakthrough Treatment for Fear of Flying’.
Nuevo Testimonio de un Pasajero
Hola Claudio.,
Ya estoy en Los Ángeles. Salí de Montevideo (Uruguay) a Panamá. Cruzando Bolivia tuvimos una tormenta con rayos y turbulencia; el avión bailó de lo lindo! Me transpiraron mucho las manos pero trataba de escuchar música, comer chicle, distraerme aunque en parte me superaba la fobia y la angustia. Me dije -” Fobia, no me vas a atrapar “y me deje llevar por los movimientos sin no ser negativo. Quería estar acá, en Los Ángeles. Fue un viaje largo y lindo más allá que “bailó” bastante.
Pero… nada mejor y más lindo que volar!!!!
Lindo Avión!
Ariel 3-11-2019
Lanzamiento del Nuevo Psious
¡Estamos a punto de recibir el nuevo Psious! El nuevo Psious incluye una cuenta, plataforma y aplicación de Psious completamente nueva y separada al Psious actual. Estas son algunas de las nuevas características (y contenido) que mejorarán la experiencia con Psious:
Los mantendremos informados !!
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Una Nueva Pasajera
Carolina Amoroso, periodista, se atendió con el Dr Pla y venció su miedo a volar. Ya realizó su primer vuelo y lo hizo muy bien!
En la foto junto al director de cámaras de TN y Canal 13 Hernán Mastropascua y el Dr Claudio Pla.
Felicitaciones Carolina!
Visita a “Hoy nos Toca a la Tarde”
“Poder Volar sin Temor “Presencial en Madrid y Barcelona!
“Todos somos más poderosos de lo que creemos ser”
En este curso se brindarán conocimientos sobre el funcionamiento de los aviones, la seguridad aérea, la meteorología, el funcionamiento mental del miedo y cómo manejarlo a través de técnicas corporales: respiración, relajación y visualizaciones.
Se puede acceder a la convocatoria en los siguientes link
Madrid 22 de Enero:
Barcelona 5 de Febrero:
Nuevo Taller Grupal ” Poder Volar Sin Temor”
Nuevo Curso “Poder Volar Sin Temor” – Presencial y a distancia
por Poder Volar / Dr. Claudio Plá / Lic. Pablo Cavalieri Iribarne
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Nota en Clarín al Dr Claudio Pla
Grisel Isaac
El especialista Claudio Plá analiza el temor a los viajes en avión, que afecta a mucha gente, y cuenta cómo tratarlo.

“A partir de la década del 70, el avión se convirtió en el medio de transporte más seguro por ser el más controlado, por el desarrollo de la aviación militar y civil, la tecnología de las comunicaciones y a bordo, los satélites meteorológicos, los entrenamientos en el simulador, entre otros avances”, dice Claudio Plá Alem, que hace muchos años trabaja ayudando a otros a vencer esos miedos y acaba de publicar un libro, “Modo Avión”, en el que ofrece una guía práctica para trabajar este problema.

Las cifras sostienen lo que dice: el año pasado hubo 3.800 millones de asientos volados (más de 10 millones de pasajeros diarios) y resultó el año más seguro en las últimas décadas ya que en todo el mundo se registraron poco más de 200 muertos en accidentes aéreos contra, por ejemplo, 7.500 víctimas de accidentes de tránsito solo en Argentina.
– De los millones de pasajeros que se mueven cada día por el mundo y en avión, ¿qué porcentaje se estima que tiene miedo a volar?
– En un estudio de Graciela Römer en el que entrevistó a 900 pasajeros de avión, un 30% reconoció que tenía temor frente a las turbulencias y/o el despegue. También entrevistó a pasajeros de ómnibus de larga distancia y un 20% reconoció que prefería ir por tierra por temor al avión.

Las turbulencias, el miedo más frecuente . Miedo a los aviones Crearon una comunidad para enfrentar el miedo a los aviones, aerofobia
Actualmente se calcula que un 10% de los vuelos tienen contingencias meteorológicas que asustan a los pasajeros. Algunos desarrollarán fobia, evitando volar totalmente.
Hay quienes -estrés mediante- pueden tener un grado in crescendo de temor a volar y suelen probar tomar alcohol o algún ansiolítico. Otro grupo, puede tener resolución espontánea (resiliencia)
– ¿Qué factores influyen en el origen de ese miedo?
– Es muy variable, pero influyen los modelos familiares, los miedos de los padres o allegados y las noticias de incidentes y/o accidentes de avión.
Sobre esto último se ha sumado el aumento del volumen informativo por las redes sociales, con los cronistas espontáneos, pasajeros que graban con su celular turbulencias o incidentes. La viralización de estos contenidos, justamente, no son aptos para pasajeros sensibilizados. Todos los que tienen miedo consumen este tipo de contenidos, intentando desentrañar alguna forma de “prevenirse”. Y lo único que logran es desarrollar más miedo y aumentar la lista de lineas aéreas que intentarán evitar.

Se calcula que un 10 por ciento de los vuelos sufren alguna contingencia meteorológica. Aeropuerto de Heathrow , Londres , Inglaterra
Por último, el factor clave que nunca falta, es un susto en vuelo. En este punto, debemos decir que no importa tanto el fenómeno disruptivo en sí, sino cuál fue la cualidad otorgada al evento: puede ser una turbulencia media o habitual, pero si el pasajero lo decodifica como peligro de vida o muerte, queda marcado con la angustia. En ocasiones, en algunos vuelos se da el fenómeno del contagio emocional bastante masivo: un pasajero grita, otros rezan en voz alta, otros insultan, pero todos quedan freezados y acopian una experiencia que no podrán borrar.
– El desencadenante que lleva a alguien a dejar de volar suele ser una crisis vital, un duelo, una separación, la comorbilidad con un ataque de pánico, el desarrollo de claustrofobia o una depresión. También un episodio traumático en un vuelo suele ser el factor que no falta y que altera el sueño días antes de volar, llevando a desistir del vuelo.

Conviene llegar al aeropuerto con tiempo y evitar largas despedidas.
– ¿Cuáles son las situaciones que causan más temor?
– El orden es: 1) Turbulencias: el miedo al movimiento es mayoritario en todos los que consultan (incluso tuve pacientes chilenos que lo comparan con el miedo que les generan las experiencias de terremotos); 2) Despegue: existe la creencia que el avión puede explotar (totalmente infundada y no verificable con la realidad), no toleran los ruidos y las vibraciones, etc; 3) Aterrizaje: suele ser el que menor temor causa, porque todos están felices de volver a tierra, salvo que haya tormenta, donde vuelve a encenderse el miedo.
Luego existen fantasías colocadas en las más variadas situaciones: miedo al fuego, a los terroristas, al piloto joven, al piloto viejo, a la piloto mujer, a los aviones chicos, a los grandes, a estar sentado en la parte de atrás del avión, al Triángulo de las Bermudas, a cruzar el Atlántico, a cruzar la Cordillera, al vuelo transpolar, a los vuelos largos en general.
– ¿Cuáles son la herramientas que se usan para superar (o controlar) ese temor?
– Manejamos cuatro grupos de herramientas. En primer lugar, la información (el libro “Modo Avión” concentra muchas claves que esperamos puedan ser útiles para muchos pasajeros, además de cursos individuales y grupales).
En segundo lugar, ejercicios de respiración, relajación, visualizaciones y técnicas distractivas.
Otra opción es la experiencia de vuelo con casco de realidad virtual que permite generar una práctica de desensibilización.
En cuarto lugar entran los fármacos. Contamos en la actualidad con muy buenas moléculas con las que trabajan los psiquiatras. Es imprescindible consultar al médico y desaconsejamos absolutamente la automedicación, que puede tener efectos negativos en algunos pasajeros.

Hay varias herramientas que utilizan los expertos en miedo a volar para ayudar a superar este temor
– ¿Sugerencias para evitar que estos miedos afloren?
– En términos generales, se aconseja llegar al momento de volar descansado y sin hambre, con anticipación. Y también preparar el equipaje con bastante tiempo como para dejar lo más libre posible el día previo al vuelo. Tampoco hacer despedidas largas en el aeropuerto que suman emocionalidad negativa para el viajero.
Finalmente, colocarse en “modo avión” es conectarse con el “modo vacaciones”. Volar tiene que ver fundamentalmente con conectarse con la libertad de viajar y el placer de conocer nuevos lugares, ampliando nuestro mundo interior.